En el entorno laboral, las personas pueden encontrarse expuestas a situaciones que terminen afectando su bienestar. Estos incidentes, muchas veces inesperados, no solo comprometen la integridad del trabajador, sino que también pueden tener repercusiones a largo plazo en la salud mental, emocional y en su rendimiento profesional. Es crucial que las empresas reconozcan y aborden estas situaciones lo antes posible, protegiendo a sus empleados y asegurando un entorno laboral seguro y saludable.
¿Qué son las segundas víctimas?
El concepto de «segunda víctima» fue introducido por primera vez por el médico Albert Wu en el año 2000, en una editorial publicada en BMJ. En esta editorial, Wu compartía su experiencia sobre cómo un error cometido por un colega, resultaba en un desenlace trágico. A su vez observaba el trato que su colega reciba tras el incidente: aislamiento, estigmatización y una evidente falta de empatía por parte del entorno.
Al concluir la editorial, Wu realizaba un llamado a las instituciones para que brindaran un mayor apoyo a los colegas que pasaban este tipo de experiencias. A partir de esta publicación, el término «segunda víctima» comenzó a ser investigado en mayor profundidad.
El término segundas víctimas se refiere a aquellos profesionales que, tras participar en un evento adverso, error médico o incidente que causa daño a un tercero, sufren consecuencias emocionales y psicológicas significativas.
Algunos investigadores han sugerido que estas segundas víctimas pueden llegar a desarrollar síntomas similares a los del trastorno de estrés postraumático. Esto subraya la importancia de un enfoque integral y humano en el manejo de los errores y eventos adversos, promoviendo la creación de entornos de trabajo que no solo busquen prevenir estos incidentes, sino que también ofrezcan un apoyo adecuado y comprensivo a los afectados.
Impacto laboral y psicológico en las segundas víctimas
Las segundas víctimas enfrentan una serie de desafíos que comprometen significativamente su bienestar y desempeño profesional.
A nivel psicológico, suelen experimentar diferentes emociones intensas, como frustración, enfado, ansiedad y miedo. Estos sentimientos a menudo van acompañados de pensamientos obsesivos relacionados con el evento traumático, lo que provoca nerviosismo excesivo y la tendencia a evitar situaciones o lugares que les recuerden el incidente. Además, los recuerdos recurrentes del suceso pueden perpetuar su malestar emocional, dificultando su recuperación.
El impacto psicológico no se limita únicamente a la mente, sino que también puede manifestarse en el cuerpo. Las segundas víctimas pueden sufrir síntomas físicos como fatiga extrema, trastornos del sueño, taquicardia, taquipnea, aumento de la presión arterial y tensión muscular. Estos síntomas, sumados al desgaste emocional, puede hacer que las víctimas se sientan exhaustas y menos capaces de desempeñar sus tareas laborales.
En el ámbito laboral, las consecuencias de estas experiencias suelen ser significativas. Entre los efectos más comunes se encuentran la disminución en la capacidad de concentración, lo que impacta directamente la productividad. La confianza en sí mismos y sus habilidades puede también verse afectada, llevando a un desempeño laboral deficiente.
Este deterioro tanto emocional como físico puede conducir a un aumento de absentismo, una mayor rotación de personal y a una disminución en la moral del equipo
Tipos de eventos adversos
Un evento adverso se define como una lesión o daño no intencionado que ocurre como resultado de una asistencia médica. Estos eventos pueden ocurrir en cualquier fase del proceso de atención, e involucran tanto los sistemas y el equipamiento utilizados como las decisiones médicas. Los eventos adversos se pueden clasificar en dos categorías, según la gravedad de sus consecuencias:
- Eventos adversos leves: estos eventos causan daños que, aunque no resultan en una discapacidad permanente, afectan negativamente la salud del paciente. Aunque son menos graves, estos eventos pueden ser igualmente estresantes para los profesionales, ya que ponen en evidencia su error.
- Eventos adversos graves: estos eventos tienen consecuencias graves para el paciente, como la pérdida permanente de una función o la muerte. Algunos ejemplos de estos eventos pueden incluir errores quirúrgicos significativos, fallos en la administración de medicación, infecciones, entre otras. Estos incidentes pueden tener un impacto profundo en los profesionales, pudiendo experimentar un alto grado de estrés y culpa.
¿Qué se debe hacer en caso de un evento adverso?
Cuando se produce un evento adverso, es crucial no sólo abordar las consecuencias inmediatas del incidente, sino también implementar estrategias para prevenir futuros eventos y reducir el impacto en todos los involucrados. Algunas de las medidas más importantes que deben tomarse incluyen:
- Fomentar el diálogo abierto: es fundamental establecer entornos donde los profesionales se sientan seguros para hablar abiertamente sobre los eventos adversos.
- Apoyo psicológico: después de un evento adverso, los afectados pueden experimentar un impacto emocional significativo. El apoyo psicológico ayuda a gestionar el estrés y la ansiedad, y contribuye a la recuperación emocional y al bienestar del afectado.
- Implementar sistemas de registro: contar con sistemas de registros permite identificar patrones de error y áreas de riesgo en la atención sanitaria. La información recopilada debe ser utilizada para realizar análisis detallados y formular recomendaciones para mejorar los procesos y protocolos.
- Promover formación y mejora continua: la educación continua es clave para prevenir eventos adversos. Es crucial implementar programas de formación que aborden tanto las competencias técnicas como las habilidades.
- Análisis de eventos adversos: es esencial realizar análisis de los eventos adversos, identificando no sólo los errores individuales, sino también las fallas sistemáticas que contribuyen al incidente. Esto ayuda a prevenir la repetición de errores similares en el futuro.
Programa de apoyo tras una crisis o evento traumático
Cuando se produce un evento traumático o una crisis en el entorno laboral los empleados y la organización pueden verse afectados. Estos eventos, pueden amenazar tanto la integridad física como la psíquica de las personas involucradas.
Ante estas situaciones es crucial implementar un programa de apoyo integral que se enfoque en limitar el impacto negativo, brindando herramientas efectivas para la gestión del estrés postraumático.
En Stimulus contamos con un programa de gestión del estrés postraumático tras una crisis o evento grave que brinda un apoyo psicológico inmediato, ayudando a procesar el trauma y a prevenir el desarrollo de un trastorno por estrés postraumático. Esta intervención no sólo beneficia a los empleados individualmente, sino que también ayuda a mantener un funcionamiento eficiente del equipo y la organización.
Nuestro enfoque especializado asegura que tras una crisis o evento traumático, el bienestar de los empleados sea prioridad, trabajando para prevenir la aparición de un trastorno por estrés postraumático y contribuyendo a su recuperación.